Hace algún tiempo, les conté en mi blog anécdotas de joven, cuando jugaba ajedrez en el Club Everton en Viña del Mar. Ahí conocí al gran maestro Ivan Morovic, cuando aún era un niño. En esos años, al menos una vez por semana, subía a una micro y me iba a jugar ajedrez a una carnicería en Gómez Carreño, donde el dueño organizaba torneos por dinero. 2f3k1k
La verdad es que no se trataba de grandes cifras. Todos íbamos, más que nada, por competir y nos comíamos unos bistocos impresionantes. Él era un hombre genial, muy rustico, pero de una claridad mental increíble y, por supuesto, un gran jugador. Nunca olvidaré su agudo humor.
Recuerdo una anécdota especial. Siempre nos ofrecía una invitación a comer el mejor pescado frito del mundo. Decía que el cocinero era su gran amigo, y que tenía una mano extraordinaria para cocinar. Un día, finalmente nos llevó: era un tugurio de mala muerte y, cuando llegamos, nos saludó el cocinero, quien efectivamente tenía una sola mano.
Frecuentemente, viajaba a Santiago y me iba directo a Serrano 14 a jugar ajedrez (entiendo que aún sigue ahí mismo el Club Chile). Mi pasión me abrió muchos mundos. Compartí con gente tan diversa, que me integró sin preguntar de donde venía; gente a la que solo la unía algo tan hermoso como la pasión por un deporte. Conocí personas muy modestas, con grandes inquietudes intelectuales, pero muy postergadas a causa de nuestro criollo arquetipo social.
Recuerdo que, después de terminar mi post grado, decidí renunciar al trabajo que tenía y me aventuré en algunos negocios y me instalé en una oficina en pleno centro de Santiago. Cada vez que tenía tiempo, corría a la Plaza de Armas a jugar con “los viejos”. En ese tiempo, aún se jugaba en las bancas de la plaza. Posteriormente, algún alcalde “paleteado”, autorizó a usar el odeón central – utilizado por el Orfeón Municipal, los días domingo. Era curioso ver como personas muy modestas llegaban con sus tableros bajo el brazo.
Siempre alguien tenía un reloj para arrendar, por el que se pagaba un par de monedas en cada partida. El entusiasmo fue creciendo y los asiduos, con el tiempo, formaron un club que, según entiendo, se llama “Club de Ajedrez Plaza de Armas” y que goza de una gran tradición ajedrecística.
En Chile se practica el ajedrez a lo largo de todo el país, en clubs bien organizados, que poseen personalidad jurídica y que son representados por su Federación Nacional, para todos los efectos legales y deportivos. En los colegios y universidades, tradicionalmente se fomenta la competencia de este maravilloso deporte, también llamado “Deporte Ciencia”. A diferencia del ajedrez, el Poker Deportivo en Chile, es bastante nuevo, pero su práctica está creciendo exponencialmente.
Mi experiencia con el ajedrez, y todas aquellas anécdotas fantásticas que viví a nivel humano, son muy parecidas a las que me ha tocado vivir con el mundo del poker. Así como el ajedrez, el poker es un deporte de habilidad mental, que tiene mucho que aportar al desarrollo de la sociedad. Lo que hay que considerar, eso sí, es que tenemos un largo camino por recorrer aún, para lograr su institucionalización.
Debemos, en primer lugar, fomentar la formación de clubs legalmente constituidos y tener una Federación que funcione bajo el amparo de la Ley N° 19712 o “Ley Del Deporte”. Mientras no logremos superar este desafío, seguiremos siendo observados con recelo social, por los prejuicios que persisten para considerarlo un juego de azar. La autoridad entenderá cuáles son las virtudes de practicar el Poker Deportivo pero, para esto, debemos ser capaces de organizarnos institucionalmente y generar las condiciones para ser integrados.
Esto no se logrará si no trabajamos unidos y menos si dejamos pasar el tiempo. Los representantes de las comunidades del poker nacional deben realizar su mejor esfuerzo para cumplir sus compromisos. El tiempo pasa y los plazos se cumplen.
EXISTEN TRES TIPOS DE PERSONAS:
LAS QUE HACEN QUE LAS COSAS OCURRAN
LAS QUE OBSERVAN COMO OCURREN LAS COSAS
Y LAS QUE SE PREGUNTAN QUÉ OCURRIÓ